Un grupo de suizos conformó en 2007, en Ginebra, la
Asociación AYA (Apoyo a los Indios Yanomami de la Amazonia) para sostener a esa nación indígena milenaria, hoy amenazada por las actividades económicas ilegales practicadas en su territorio, como son la explotación de maderas, de minerales y la especulación inmobiliaria. Bajo la batuta de Bernard Comoli - que milita en la causa indígena desde 1989-, AYA se propuso sostener el trabajo que desde hace cuatro décadas impulsa el suizo-brasilero Silvio Cavuscens, coordinador de
Secoya (Servicio de Cooperación con el Pueblo Yanomami), ONG cuya sede está en la ciudad brasilera de Manaos.
En entrevista con
swissinfo.ch, Bernard Comoli habla sobre el apoyo obtenido de parte de diversas comunas del cantón de Ginebra para los proyectos impulsados por su asociación. También sobre la situación actual de los indígenas brasileros -que soportan una ofensiva contra sus derechos en el Parlamento-, y analiza la evolución de la cuestión indígena en Brasil en estas últimas tres décadas.
swissinfo.ch: ¿Cómo nació la idea de crear en Suiza una asociación para ayudar a los indios de la etnia Yanomami de Brasil?
Bernard Comoli: Silvio Cavuscens es un suizo-brasilero que vive desde hace casi 40 años en Brasil, pero que pasó toda su infancia y juventud en Ginebra, ciudad donde tiene muchos amigos. Hace diez años, a inicios del 2007, durante una estancia de Silvio en Suiza, nos reunimos entre amigos y él nos preguntó si podríamos apoyar a Secoya, la organización del cual era el coordinador general desde hacía más o menos un año. Nosotros respondimos positivamente a ese pedido y fue entonces que todo comenzó. Personalmente, tengo una gran amistad con Silvio. Comparto compromisos desde 1989, desde cuando él era asesor de la Coiab (Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasilera). AYA nace, entonces, para sostener el trabajo impulsado por Silvio entre los Yanomami.
swissinfo.ch: ¿Cuáles son las principales actividades de AYA en Suiza y en Brasil?
B.C.: Hay dos principales. La primera, esencialmente de apoyo a la Secoya que tiene su sede en Manaos. En particular, los programas de educación, salud, formación de la ciudadanía de los pueblos que sostiene esa organización. Son los que se encuentran en las márgenes del río Marauiá, en la zona del Municipio de Santa Isabel del Río Negro, en el Amazonia fronteriza con Venezuela.
En estos diez años obtuvimos financiamiento de las autoridades públicas helvéticas, en particular de las comunas del cantón de Ginebra. Logramos así sostener diversos proyectos como la construcción de puestos de salud, programas de educación y la participación de las mujeres como protagonistas esenciales para la salud. Obtuvimos fondos para la compra de una embarcación, para el tratamiento del agua, para luchar contra la desnutrición infantil. Los recursos llegaron de Plan-les-Ouates, Vandoeuvres, Meyrin, Lancy, Bernex y Onex. Así como de la ciudad de Ginebra, que apoya en la actualidad un proyecto. Eso en cuanto al trabajo en el terreno.
Un segundo nivel son las actividades de AYA en cuanto a información. Nos comprometemos en informar al público suizo sobre la realidad de esa región y con ese objetivo publicamos el boletín AYA Info, en el cual retomamos las noticias que redacto regularmente para un blog que tenemos en la edición electrónica del periódico ‘Tribune de Genève’. Nuestro boletín puede ser también leído en dos sitios web: humanitaire.ws y el del Movimiento para la Cooperación Internacional (MCI).
swissinfo.ch: ¿La gente en Suiza es sensible a las problemáticas de los indios brasileros?
B.C.: Tuve una experiencia el año pasado, cuando el Museo de Etnografía de Ginebra organizó una exposición con el título: ‘Los chamanes y el espíritu de la selva’. Tuvo mucho éxito, especialmente un domingo del mes de noviembre, cuando programó una actividad para los niños. Montamos un stand que visitaron los niños con sus padres y en el cual pudimos presentar videos que fueron grabados por la Coiab en donde los indígenas explicaban su situación.
Existe una cierta sensibilidad, en general, en relación a la Amazonia. Si se pregunta sobre el medio ambiente, los ginebrinos responderán fácilmente que constituye uno de los pulmones del planeta. Eso no significa que la gente conozca en detalle lo que realmente sucede en esa región. Cuando los temas tocan a la cotidianeidad suiza, me percato que existe una sensibilidad relativamente grande. Cuando se hacen denuncias sobre la utilización de la madera extraída ilegalmente proveniente de esa zona, la gente se sensibiliza.
swissinfo.ch: ¿Cómo evalúa la situación actual de respeto de los derechos humanos de los indígenas de Brasil? Diversas organizaciones afirman que los derechos adquiridos por los indígenas están siendo hoy amenazados por una ofensiva promovida en el propio parlamento por la bancada ligada a los grandes propietarios de tierra que se dedican a los negocios de exportación…
B.C.: La situación actual, según mi percepción, es una de las peores que conocí desde 1989 cuando comencé a darle seguimiento a la cuestión indígena en Brasil. Por ejemplo, los resultados de la Comisión Parlamentaria que investigó a la Fundación Nacional del Indio (Funai) y al Instituto Nacional de la Colonización y la Reforma Agraria (Incra). Los diputados produjeron más de 3 mil páginas contra la Funai, contra el Incra, contra los antropólogos, contra el Cimi (Consejo Indigenista Misionero), contra el Instituto Socioambiental (ISA). Toda una serie de ataques contra el trabajo realizado junto a los indígenas, que expresa también la voluntad política de substituir la Funai por otro tipo de administración pública. Percibo que los ataques actualmente son graves e importantes. Pudimos comprobar también esta difícil situación a través de los testimonios de los representantes indígenas que participaron en abril pasado en Ginebra en el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
swissinfo.ch: Una mirada personal sobre la evolución estos años de la cuestión indígena brasilera…
B.C.: Se vivió un momento de esperanza después de la adopción de la Constitución de 1988. Fueron creadas numerosas organizaciones indígenas que tuvieron como objetivo la defensa de sus territorios y culturas. Al inicio este cambio fue bien aceptado y hubo un apoyo prácticamente general en Brasil en relación a los pueblos indígenas. Las cosas comenzaron a cambiar a partir del momento en que se implementa el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), a inicios de los años 2000, que incluye una serie de proyectos de infraestructura en tierras indígenas entre las cuales, la más célebre, es la usina hidroeléctrica Belo Monte, construida en Xingú. Hubo obras que se realizaron sin consulta previa a las comunidades locales y sin el consentimiento de los pueblos indígenas afectados por las mismas.
Ofensiva de la bancada “ruralista”
En los últimos dos años, el avance de los sectores ligados al agronegocio en el escenario político brasilero es una de las causas de la reducción de los derechos conquistados por los indígenas. Actualmente tramitan proyectos de ley en la Cámara de Diputados y en el Senado que prevén, ente otras cosas, la venta de bosques a los extranjeros, la expansión de la minería en zonas que son actualmente unidades de protección ambiental en el Amazonas y una reducción de las tierras indígenas. Sin embargo, según las organizaciones representativas de los indígenas, la mayor amenaza la constituye la Comisión de Investigación Parlamentaria (CPI) instaurada para investigar supuestas irregularidades en la gestión de la Fundación Nacional del Indio. Con la mayoría abrumadora de diputados ruralistas, la CPI propone la supresión del órgano del Gobierno brasilero creado en 1967 para defender los intereses indígenas. En la segunda fase -la primera expiró en octubre del 2016- la CPI en su informe pide el enjuiciamiento de un centenar de personas, entre líderes indígenas, antropólogos, funcionarios públicos y procuradores federales. Al mismo tiempo cerca de 70 casos denunciados por los indígenas, sea de violencia de los propietarios o de invasión a las tierras tradicionales, fueron archivados por la CPI.
Yanomami
Los Yanomami constituyen una de las más emblemáticas etnias indígenas de la selva amazónica. Cuentan con una población de unas 19 000 personas en Brasil, según los datos de la Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai) publicados en 2011. Formada por cazadores y agricultores, esta etnia se divide en subgrupos (Yanomami, Ajarani, Sanoma e Ninan) que, juntos, componen la familia indígena Yanomami. En total, según la Fundación Nacional del Indio (Funai) existen actualmente 255 aldeas Yanomami, distribuidas en un área de 192 000 kilómetros cuadrados, incluidas las tierras en territorio venezolano, donde viven otras 15 000. De acuerdo con estudios antropológicos, el pueblo Yanomami reside por lo menos desde el año 1000 en el noroeste del Estado de Roraima y una parte del Estado de Amazonas, a lo largo de la montañosa frontera con Venezuela. No tuvo casi ningún contacto con el hombre blanco hasta las primeras décadas del siglo XX. A inicios de la década de los años 90, la expansión de los campamentos mineros provocó la muerte de 1 500 indios, en su mayoría niños, drama que tuvo una gran repercusión internacional. Todavía hoy la contaminación debido al mercurio usado por esos buscadores de oro es una de las principales causas de mortalidad entre los Yanomami.
Cada 2 meses publican una revista con informaciones sobre los yanomami.